Patrimonio histórico monumental

Leioa nace como Anteiglesia bizkaina independiente y con vida propia el 31 de octubre de 1526. Hasta entonces era una parte más de Erandio. Está próxima, por tanto, a cumplir 497 años de historia. Va camino de los quinientos años, cinco siglos. No es poco.

Sin embargo, durante los más de todos esos años Leioa ha sido un pequeño y humilde enclave rural de caserios dispersos con una vida económica y social que no resaltaba entre el mayor poderío que señoreaban otras anteiglesias y villas de nuestro entorno. Es a caballo entre finales del siglo XIX y principios del XX cuando, al calor de la industrialización y los procesos que fruto de la misma se desarrollan y, sobre todo, desde finales de esa misma centuria cuando el municipio conoce un crecimiento constante que le ha llevado a ocupar el séptimo puesto entre las localidades mas habitadas de Bizkaia y la undécima de la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE). Un crecimiento que fue de aluvión, desestructurado y caótico durante los años del desarrollismo franquista (finales de los años 50 y los 60 y 70) y que gracias a la actuación de las corporaciones democráticas en el ayuntamiento ha sido meditado, sostenido y ordenado desde los 80 a día de hoy.

Leioa se ha convertido, de hecho lleva ya años siéndolo, en uno de los lugares que destaca entre el top 10 de los municipios de la CAE preferidos por las personas y familias que desean iniciar un proyecto vital como lugar de residencia. Leioa gusta a ojos de personas que ya viven en ella y entre los que desean venir a ella a vivir.

Esta introducción viene a contextualizar la escasa abundancia de patrimonio histórico artístico monumental existente en Leioa. La historia no ha sido propicia con nuestro municipio en lo que a grandes edificios se refiere, sean iglesias, palacios o edificaciones de gran valor arquitectónico. Y sin embargo ello contrasta con la cantidad de construcciones de valor histórico que, en su escala, la localidad ha puesto en valor.

Decidida actuación publica

Y es que las instituciones, fundamentalmente el ayuntamiento pero también con ayuda de Diputación Foral de Bizkaia y Gobierno vasco, han rescatado de la ruina a la que el paso del tiempo había condenado, unas veces, así como de la desidia o imposibilidad de sufragar su mantenimiento por parte de quienes ostentaban su propiedad, otras, una pléyade de ejemplos que a día de hoy, y gracias a esa actuación institucional, son de titularidad y uso público. Hagamos memoria y confeccionemos una lista.

Los y las leioaztarras podemos disfrutar de Ondizdorrea, probablemente el edifico civil más antiguo del municipio. Un precioso ejemplo de la arquitectura más rica y ostentosa de la misma época en la que Leioa nace en la historia, no en vano la torre es del mismo siglo XVI. Concretamente de principios de ese siglo, así que se adelantó a la propia independencia leioaztarra. A tal respecto os dejo un enlace donde hablo de ella.

Otro ejemplo de magnifica arquitectura civil rural es Mendibile baserria, muy posiblemente de finales del siglo XVII. Un gran caserío, a camino de ser un palacete de inspiración incipientemente barroca, de sencilla factura pero, al tiempo, ampuloso con un doble arco que lo enmarca como una construcción que destacó solemnemente en su época.

De finales del siglo XVIII es el molino de Errekalde. Se sabe que en el mismo lugar existió molino desde mucho antes pero las anteriores construcciones o bien desaparecieron o fueron transformadas en el que sí ha llegado hasta nuestros días.

Aunque hay constancia de que ya en el siglo XVI pudo existir una construcción en la zona de Aketxe que con el tiempo llegó a denominarse Kortesena, actualmente Kortesenabarri reproduce el baserri tal cual llegó al siglo XIX. De la misma época es el lavadero de Txopoeta. Un ejemplo de construcción publica de uso comunitario para un tiempo en el que el agua corriente no llegaba a la generalidad de las casas.

La preciosa Kulturgunea de San Bartolomé en el barrio de Basaiz se asienta en lo que fueron las antiguas escuelas de barriada de principio de siglo XX. Esta escuelas primarias fueron fruto de una apuesta por parte de la primera Diputación gobernada por los nacionalistas vascos y presidida por Ramón de la Sota y Aburto para extender la educación básica a todos y cada uno de los rincones de Bizkaia. Interrumpida su construcción cuando la derecha monárquica retomó el poder, conocieron un nuevo impulso en tiempos de la Segunda República.

También de principios de siglo XX es el Palacio de Artatza , magnifica construcción que lleva a su máximo esplendor el modo de vida de la alta burguesía, incluso devenida en nueva aristocracia, y su gusto por todo lo inglés. Y lo es igualmente (resulta obvio) el edificio que sirvió de casa de servicio en la zona trasera de la heredad, situado a pie de la actual rotonda de Gaztelubide.

Inversiones con buena cabeza

Este elenco de inmuebles de valor histórico comparten varias características. Por un lado, ha sido la acción pública de estos últimos 40 años (impulsada por los gobiernos de las instituciones) la que ha logrado hacerse con la titularidad de los edificios. Las más de las veces lo ha hecho sirviéndose del desarrollo urbano, mediante los instrumentos reparcelatorios al uso, y en ocasiones, incluso, anticipando mediante acuerdos de cesión con sus propietarios privados el fin último que la normativa urbanística preveía para los mismos. Y lo ha hecho sin que al ayuntamiento le haya costado un solo euro de dinero público porque, finalmente, se ha hecho con su propiedad merced a los derechos edificatorios reconocidos a sus iniciales propietarios en los desarrollos urbanos previstos en la zona. Es un ejemplo mas de un buen urbanismo al servicio del municipio y sus habitantes.

Por otro lado, en todos los casos mencionados, a excepción del Palacio Artatza (propiedad del Gobierno vasco) ha sido el ayuntamiento, bien a solas o bien con ayuda de otras instituciones, quien ha rehabilitado los edificios invirtiendo en ellos unas sumas que totalizadas alcanzan unos cuantos millones de euros. Y es que, si bien el ayuntamiento no ha gastado dinero para la adquisición de los inmuebles, si lo ha hecho para su rehabilitación. Presupuesto publico al servicio de una buena gestión.

Y finalmente, el ayuntamiento ha procurado, una vez se ha asegurado la propiedad y la recuperación de los inmuebles, darles un uso y disfrute público al servicio de la ciudadania. En los casos referidos abundan la cesión de su gestión, en todo en parte, al tejido asociativo o a organismos de probada utilidad social, así como a entidades habituadas a la colaboración público privada, o bien simplemente son usados preferentemente por tales organizaciones: el Consejo de la Infancia, Leioako Kastoreak, Auzotarrok, Sociedad de Ciencias Aranzadi, Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Txakoli de Bizkaia, etc. Colaboración bien entendida para beneficio mutuo.

No todo pudo ser

Es evidente que la acción municipal no ha podido salvar de su desaparición todos los edificios que pudieron tener un interés de su preservación. No todo ha sido posible porque no siempre se ha llegado a tiempo y porque el dinero no es infinito. Por el camino se han quedado, y sin animo de ser exhaustivos (solo reflejo mi particular visión y pesar), las antiguas escuelas de Elexalde (las que se situaban junto al ayuntamiento) y el baserri Etxeandi en Aketxe, hoy ya desaparecidos. Pero, ello no es óbice para ser justos y poner en valor la excelente labor que las instituciones han hecho en recuperar y preservar los edificios que, dentro de su humildad, pueden catalogarse los mas representativos y valiosos en la historia de Leioa. Tarea que, a buen seguro, tendrá continuidad no en vano el ayuntamiento también se ha hecho con la propiedad de los baserris Leioagoitia ( uno de los mas antiguos del pueblo y el único que conserva su nombre) y Artatzabekoa en el parque de Pinosolo.

PD: huelga decir que Leioa tiene, además, otros edificios de reconocida valía histórica artística que no son de propiedad municipal. En esta categoría entran los religiosos como la parroquia San Juan Bautista, (cuya parte más antigua data del siglo XVI), la mucho más moderna de san Maximo de Lamiako, las ermitas medievales (con sus reformas posteriores) de Ondiz y San Bartolomé (si bien algunas veces han sido parcialmente restauradas con apoyo municipal) o edificios de propiedad particular como el baserri de Altzaga (recientemente restaurado parcialmente) y el neoclásico palacio de Atxutegiena a punto de devenir en ruina.

Ondiz dorrea, un chalet de la época

Veo que en una página de Facebook que aglutina a gente de Leioa, Leioaztarrak, se han hecho eco de la reproducción de un plano que se publicó en el libro «Leioa a través de la Historia» escrito por Ana López Asensio y editado por el Ayuntamiento de la localidad.

El plano recoge una recreación de lo que pudo ser el Leioa de los tiempos de su desanexión de Erandio y, por lo tanto, de su nacimiento como Anteiglesia de pleno derecho en la Bizkaia de los primeros años de la Edad Moderna. Nos lleva, por lo tanto al Leioa de 1526.

En el plano se puede apreciar que el territorio leioaztarra se dividía en dos grandes zonas , denominadas Baserri y Marinerri, en función de que estuvieran más tierra adentro o a pie de costa, bañadas por el estuario de una Ría que, entonces, no estaba encauzada y campaba por sus respetos. Todo ello, a buen seguro, supondría una cierta especialización de las gentes que entonces habitaban la zona, bien de cara a las labores agrícolas, en un caso, y más orientados a labores que tuvieran las aguas de la Ría como epicentro, en otro.

En la geografía leioaztarra de entonces, a caballo entre el fin de la Edad Media y los albores de la Edad Moderna, únicamente un puñado de caseríos y txabolas albergaban a la escasa población que habitaba la zona; unas cuantas docenas no más, unos pocos centenares de vecinos y vecinas a lo sumo.

Vestigios del siglo XVI

Hoy en día, en pleno siglo XXI, algunas de aquellas edificaciones, o mejor dicho sus herederas dado que las más habrán sido modificadas y/o reconstruidas, mantienen su nombre y esencia. Y casi seguro, si queremos encontrar restos originarios del siglo XVI, nos costará poder hacerlo. Me atrevo a decir que, salvo alguna excepción, las construcciones más antiguas aún en pie que conservan vestigios directos y apreciables a la vista de quien quiera verlas, se encuentran, en lo que a edificios religiosos hace referencia, en la parte más antigua de la Iglesia de San Juan Bautista (puertas de acceso, base De la Torre y arcos interiores), así como en las ermitas (sobre todo Ondiz y San Bartolomé) y, en lo que a edificios civiles se refiere, en el arco del portón del baserri Altzaga en el barrio de Basaiz y en Ondiz dorrea.

Ondiz dorrea u Ondiztorre

Hoy quiero hacer referencia a esta última: la torre de Ondiz. Durante años, esta edificación formó parte del elenco de casas torre que, según los autores especializados, jalonaron el territorio de Bizkaia. Las casas torre eran las edificaciones más soberbias de la época. Pertenecían a los Parientes Mayores y a sus familias allegadas, la nobleza del territorio que, a lo largo de toda la Edad Media, protagonizó la guerra de banderizos y asoló el Territorio. Tenían una doble función: eran, por un lado, edificios de corte defensivo y, por otro, hogar y morada de sus Jauntxos. En el caso de la de Ondiz, los autores creían que se correspondía con una casa torre menor, perteneciente a una familia segundona y tributaria de alguna de las más poderosas de la zona y con una función de vigía hacia la Ría.

Y, sin embargo, hoy sabemos que no fue así. Cuando el Ayuntamiento de Leioa se hizo con el dominio del edificio y se propuso rehabilitarlo, quiso hacerlo buscando la mayor correspondencia del mismo con respecto a lo que pudo ser su imagen original. La torre, fruto de cientos de años de diversos usos y alteraciones, presentaba una imagen totalmente distorsionada. Había sido desfigurada y envuelta con multitud de ampliaciones exteriores y tantos pegotes a modo de feas verrugas que no permitían hacerse una idea cabal de cómo había sido a principios del siglo XVI. Y para poder afinar el trabajo, se encargó a un experto su estudio y propuesta de reconstrucción. Creo que fue González Cembellín, historiador y erudito en materia de edificaciones antiguas. Sí, el mismo que protagonizaba el programa de «Todos los apellidos vascos» que emitió ETB y se encargaba de buscar la genealogía y antepasados de las personas invitadas al mismo.

Una vez eliminados todos los apósitos extraños añadidos a la Torre, el experto pudo analizar el edificio original y dar su opinión. Y concluyó que no es una casa torre. Ni el tamaño de su planta , ni el grosor de los muros, ni la altura del edificio se corresponde con una edificación de corte defensivo. Era un edificio residencial de alto copete. O sea, un chalet de la época, como lo describió muy gráficamente.

Casa de una familia adinerada

El edificio se dató entre 1515 y 1520. Fue la casa de una familia adinerada, posiblemente la más rica del Leioa de entonces. Pero, ¿por qué tenía, entonces, esa apariencia de casa torre si realmente no lo era? Pues por una sencilla explicación. Por aquel entonces, las casas torre existentes en el Señorío de Bizkaia habían perdido ya su condición de casas fuertes. Los Reyes Isabel y Fernando, titular ella de la Corona de Castilla y del Señorío, cansados de tanta guerra banderiza y atendiendo a las peticiones de villas y población en general, habían ordenado desmochar (derruir las partes altas) de las torres y despojarlas de cualquier elemento defensivo al objeto de pacificar el Territorio. Así, las casas torre perdieron altura, almenas y merlones, fueron desapareciendo las entradas en alto o patines y los matacanes, entre otros elementos. Pero, sin embargo, las construcciones siguieron siendo durante años, y antes de su progresiva evolución a los primeros palacetes renacentistas (por ejemplo la casa torre de Muntsaratz en Durangaldea), el tipo de casa residencial por excelencia. Siguieron siendo el paradigma de las casa de una familia rica y poderosa.

Y es entonces cuando esta familia de Leioa, venida a más y con dinero, tiene la oportunidad de construir su nueva casa. Y lo hace siguiendo y copiando el patrón de casona de la época. O sea, que copia la estética aunque no la dote de ningún elemento defensivo que ya ha perdido toda necesidad. La construye en buena posición dominante, en un alto, bien visible desde la Ría, y a pie de uno de los pocos caminos que transitaban por Leioa. Y utiliza buenos materiales, sillares en las esquinas, los cuales fueron reutilizados en la reconstrucción que el ayuntamiento llevó al efecto.

La reconstrucción realizada siguió las pautas recomendadas por el experto. La casa es ahora como parece que pudo ser entonces. Únicamente tiene un añadido, el cuerpo edificatorio anexo y forrado en madera que alberga el nudo de comunicaciones (escalera y ascensor) que la accesibilidad de hoy exige un edificio que, si en el siglo XVI fue privado, es ahora de titularidad y uso público. La planta del edificio no permitía resolver estas necesidades en el interior de la casona sin comprometer drásticamente su uso por la ciudadanía. Y, a modo de perfecto colofón, se situó junto al edificio una preciosa escultura de Jesús Lizaso, artista vasco de renombre internacional.

Lo dicho, Ondiz dorrea, un chalet de la época entonces, un edificio señero de la memoria del Leioa de hoy.

Estado de Ondizdorrea cuando el ayuntamiento se hizo con ella fruto del desarrollo urbano de la zona y antes de su restauración por las autoridades municipales