Llevamos ya algo más de dos años, más o menos, a vueltas con el antiguo convento de las Dominicas. Hay un cierto revuelo montado entorno a un edificio y su terreno adyacente porque, ante la decisión del Ayuntamiento de modificar el planeamiento del suelo en el que se ubica, hay voces que han venido mostrando su desacuerdo.
Como muchos leioaztarras saben, esta infraestructura religiosa se sitúa con presencia dominante en lo alto de Kurkudi y ha venido siendo una imagen característica de esa zona. El edificio lleva allí desde los años setenta del pasado siglo XX y, al parecer, fue entonces un proyecto muy valorado por su propuesta arquitectónica, un tanto novedosa por estos lares para albergar una congregación religiosa. Su arquitecto fue Francisco de Paula Coello de Portugal, exponente del movimiento moderno y con amplia obra de finalidad religiosa.

Hace ya más de quince años que no quedan monjas en el convento. La últimas marcharon a Salamanca y, desde entonces, el edificio y su entorno permanece cerrado, mal guardado y en constante deterioro. La imagen de hoy es la de un zona abandonada y degradada a la espera de, nunca mejor dicho, ¡Dios sabe qué!
La normativa que rige los usos del suelo establece obligaciones y derechos para sus propietarios. Es evidente que, mientras las mojas residieron en el convento, el edificio y su entorno estuvieron mantenidos y cuidados con esmero. Y no es menos cierto que, desde que ya no lo ocupan, el deterioro progresivo del mismo es manifiesto y amenaza con convertirse en una ruina. Pero una ruina con una muy buena salud de hierro. Porque una cosa es que aparente un aspecto ruinoso y otra bien distinta es que dicho aspecto comporte una obligación de derribo por parte de sus propietarios. Y eso no es nada evidente, ni sencillo de lograr, ni, muchos menos, rápido en el tiempo. Sin riesgo a equivocarme, al ritmo actual de deterioro Leioa tiene edificio de Dominicas para muchísimo tiempo (décadas) con el riesgo para la seguridad de personas y parajes que ello comporta.
Una historia ya vivida (y superada)
Tiene pinta de convertirse en una segunda versión del ya vivido caso del antiguo Hospital que durante años estuvo junto a la carretera de la Universidad. Y eso es algo que Leioa no puede permitir.
Una alternativa pasaría por un mayor compromiso y mantenimiento por parte de sus propietarias, la congregación de religiosas (si es que lo siguen siendo). Pero esto, sabiendo que ellas o quienes les representan están en Salamanca, Madrid o, vaya usted a saber, es tarea más bien quimérica o de harto difícil logro y, desde luego, nunca constante en el tiempo, ni definitiva. Tengo para mí que, como en el caso del Hospital, la solución está en encontrar otra alternativa.
En estos casos está perfectamente normalizado que el urbanismo y la Ordenación del Territorio desplieguen otras opciones para que un suelo, que ha tenido un determinado uso a lo largo del tiempo, pueda albergar nuevos usos en orden a dar un mejor aprovechamiento a un lugar que ha perdido su sentido tal cual fue concebido. Y para ello se establece una herramienta, muy garantista con los propios usos del suelo (los actuales y los potenciales), para poder instar y posibilitar cambios de dichos usos en los planeamientos municipales. Son las conocidas como Modificaciones Puntuales de Planeamiento.
Hay un proyecto para aprovechar los edificios con un gimnasio privado. Se crearía empleo, se mantendrían los edificios, dándoles un uso, y se evitarían peligros y deterioro ambiental del entorno, por la acumulación de basuras y escombros. No entiendo las reticencias al gimnasio. Espero que se construya y tenga éxito durante muchos años, más que el propio convento. Quizá el convento nunca debió construirse (en aquel momento había mucha más religiosidad), pero hoy sólo hay dos opciones: o derribo y recuperación ambiental o conversión en negocio.
Eskerrik asko, Iñigo. Si tienes interés, he escrito varias entradas en este blog que desarrollan el tema.
Efectivamente hay una oportunidad de recuperar esa zona con una actuación privada que redunda en el beneficio público también. Lo que no dicen los contrarios a ella es como pretenden llevar a buen puerto eso que dicen defender. Porque sin actuación privada todo debería pagarlo el ayuntamiento: la compra del suelo y del edificio mediante expropiación, la rehabilitación del edificio, su destino posterior a una actuación y el pago del coste de su mantenimiento, así como la regeneración de los suelos de la zona. Una millonada en toda regla.