Menos humos

Últimamente, vivo en una contradicción permanente y en un pesimismo casi existencial. ¿El hecho de ofenderme por la cantidad de ofendiditas y ofendiditos que pululan por las redes sociales me convierte a mí, también, en ofendidito?

Tengo claro que las redes sociales son una herramienta espectacular. Este mismo blog lo es y me permite tener una ventana abierta al mundo, a quien quiera leerme a pesar de mi consciente irrelevancia. No soy nadie, solo soy uno más.

El problema se da cuando pasamos de la consciente irrelevancia al espejismo de notoriedad. Se da, en demasiadas ocasiones, la circunstancia de que, al disponer, libremente, de un altavoz como lo son las redes sociales, hay quienes reparten opiniones y sientan cátedra, esta vez, desde su inconsciente irrelevancia. Y de verdad, no sé si habrá más gente como yo, espero vuestros comentarios, pero a mí cada vez me cansan más las personas que siempre están enfadadas, nunca les parece bien nada o para las que nunca es suficiente, sea lo que sea aquello de lo que opinen. No me gustaría estar en el pellejo de quienes conviven con esta gente, porque debe de ser harto complicado acertar con la temperatura de su café; o estará ardiendo o estará helado, seguro que nunca está templado.

Y lanzo esta pregunta, de verdad, con absoluta inocencia: ¿tan difícil es disfrutar, tratar de ser feliz y dejar a los demás que seamos felices? ¿Por qué empeñarnos en amargarnos la existencia sin ninguna necesidad? Bastantes problemas tenemos, cada una y cada uno, como para no intentar, aunque sea solo un poquito, ayudar a endulzarnos la existencia entre todas y todos. ¿Por qué no? ¿Tanto cuesta?

Digo todo esto en relación con el vídeo que veis colgado en este post, aunque en realidad, valdría para otros muchos casos. Ante una noticia objetivamente buena para Leioa, ¿por qué hay quien prefiere amargarse y amargarnos? O porque ha venido tarde, o porque no es suficiente, o porque ya veremos, o porque se va a hacer en año bisiesto. «LET PEOPLE BE HAPPY«. Alegrémonos por la noticia y por poder ver, y casi tocar con la punta de los dedos, un proyecto que está en ciernes y que va a ser realidad en 41 meses. ¿Quién nos lo iba a decir hace 10 años? Pensemos en eso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *