Kaixo eta ondo etorriak

Creo que ha sido fruto de este año largo pandémico vivido, con el estado de alarma y el consiguiente confinamiento severo implantado durante semanas, primero, y, posteriormente, reconvertido a diversas limitaciones de movilidad. Todo ello ha hecho que haya pasado más tiempo en casa. Posiblemente se deba a que, durante todo este tiempo, haya tenido ocasión de experimentar con fenómenos que, antes, tenía menos presentes. A buen seguro, ello y una cierta curiosidad y ganas de matar el tiempo me hayan hecho frecuentar más las redes sociales. Quizás se deba a que uno haya llegado algo tarde a la red: un vasto mundo digital de relaciones, personales basadas en un conocimiento directo de las personas con las que interactúas (las menos) o impersonales cimentadas en una conexión basada en un “like” (las más); informaciones, veraces (muchas) y auténticas fake news (otras); opiniones , fundadas y razonadas (es una delicia cuando las lees, que haberlas haylas) o directamente emitidas desde la ignorancia, la bilis y el deseo de zaherir al prójimo (muchas más de las soportables) por trolls y auténticos “haters”.

No me ha sorprendido la variedad y riqueza, la absoluta diversidad y universalidad de temas y puntos de vista. Obviamente es la inmensidad de la red, por definición inabarcable. Pero, sÍ lo ha hecho, y desagradablemente además, el odio explícito, la violencia verbal y militancia de combate que supura mucho de lo que uno se encuentra escrito en webs, blogs y redes sociales. No me extraña que cada vez sean más las personas, personalidades conocidas o no, que hastiadas se alejen de ellas. Es una opción muy lógica y respetable. Pero supone darse por vencido y dejar que, sin embargo, el espacio que ellos dejan al retirarse, lo fagocite, precisamente, la intolerancia que deleznablemente les ha expulsado de un lugar que debiera poder ser de todos y todas.

El caso es que a mí me han picado las ganas de participar. Me apetece probar. Y por eso voy a tratar de poner negro sobre blanco, sin una cadencia fija, ni una obligación de opinar sobre todo lo habido y por haber, mis reflexiones y pareceres sobre la realidad que nos rodea. Cuando me apetezca, sobre aquello que me de la real gana y siempre que crea que merece la pena. Quiero hacerlo desde mi propio prisma pero sin renunciar a la objetividad, huyendo de la mentira y la tergiversación, con mesura y sin estridencias, con firmeza pero con respeto a las personas a las que les pueda gustar lo que escribo y a quienes no lo compartan. En definitiva, alejado de la verdad absoluta, con ánimo constructivo y sin ningún afán polemizador.

Eskerrik asko, de antemano, a quienes decidáis leerme y espero que, si probáis, os resulte interesante.

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