Leo en Leioaztarrak, grupo de Facebook que concita a personas relacionadas con Leioa, o con temas que la atañen, una mención de una participante del mismo al Colegio Txomin Aresti. Bueno, en honor a la verdad, concretamente la referencia de la persona que realiza el comentario es a lo que ella llama colegio del conde Aresti. Debo confesar que ello me ha producido una honda desazón, no exenta de cierta preocupación por el grado de desconocimiento que denota.
Txomin Aresti da nombre a uno de los centros educativos presentes en el municipio, sí. Pero Txomin Aresti no fue conde en ningún caso. No tuvo nada que ver con la figura del conde de Aresti. Más bien al contrario, dedicó gran parte de su vida a defender ideas absolutamente contrapuestas a las que el conde de Aresti propugnó a lo largo de la suya. Y es que Txomin Aresti Basañez fue el primer alcalde de la democracia en Leioa tras la muerte del dictador Francisco Franco Bahamonde.
Primer alcalde abertzale de Leioa tras la dictadura franquista
Txomin encabezó la candidatura del Partido Nacionalista Vasco en la elecciones de la primavera de 1979 . Dicha candidatura resultó ganadora con un resultado de 10 corporativos sobre un total de 21. Fruto del triunfo electoral fue elegido alcalde por aquel primer pleno de la recientemente recuperada democracia. Pero poco pudo ejercer como máximo mandatario leioaztarra ya que, a los pocos meses, una enfermedad fulminante le arrebató la vida, tempranamente, a la edad de treinta y tres años.
Txomin Aresti a finales de los años setenta
Txomin era un leioaztarra de hondas raices en el municipio. Hijo de baserritarras, su familia se contaba por generaciones en Leioa, oriundas de Elexalde, Ondiz y Aketxe. Desde muy joven estuvo profundamente comprometido con el nacionalismo vasco, trabajando (con no pocos riesgos personales y familiares) en la clandestinidad antifranquista y en pro de la identidad vasca. La Guardia Civil tenía apego especial a registrar su casa, en la que vivía junto a sus progenitores, buscando material (documentación y propaganda) que poder requisar y con el que poder incrimarles por abertzales.
Txomin Aresti el primero de abajo por la derecha con amigos de juventud
Y es que su militancia nacionalista vasca le venía de familia, no en vano su ama, Francisca, fue miembro de Emakume Abertzale Batza (la organización de mujeres del PNV) en la década de los años treinta y su aita, también afiliado al mismo partido, llegó a ser capitán de gudaris en la guerra civil por lo que fue condenado a cadena perpetua (pena que cumplió hasta 1940) . Su tío carnal, también gudari, falleció en el frente de Otxandio en abril de 1937. Ambos eran de nombre, Txomin.
Un hombre, ante todo, bueno.
De costumbres humildes, compartía aficiones y desvelos con la inmensa mayoría de integrantes de la sociedad leioaztarra. Fue además, cómo no, miembro de la Sociedad Coral San Juan Bautista y presidente de la Asociación de Caza y Pesca de Leioa. Persona instruida para su época (estudió Económicas), promovió la Gestoría Aresti a la que se dedicó profesionalmente en lo que fue mucho más que un asesoramiento mercantil a familias y pequeños negocios y empresas del tejido leioaztarra. Era un acompañamiento para lo que fuese necesario. Porque Txomin era, sobre todo, una buena persona. Un grandísimo ser humano. A su muerte dejó viuda, Mariángeles Eguren, y dos hijos de corta edad. Y a un pueblo con un hondo sentimiento de vacío injusto e inmerecido. Sin apenas tiempo para el duelo, Iñaki San Juan Unanue fue elegido alcalde para su trágica y difícil sustitución. Hoy Txomin seria aitite de tres nietas.
Efectivamente, Txomin Aresti no tuvo nada que ver con el condado de Aresti.
Reseña publicada a su fallecimiento en la revista Euzkadi
Post Data: el condado de Aresti fue un titulo nobiliario creado en 1908 por el rey Alfonso XIII en favor del industrial alavés y político de sentimiento monárquico español de ideología liberal, primero, y conservadora, después, Enrique Aresti y Torres, quien fue impulsor de diversos negocios ferroviarios, industriales e inmobiliarios, así como consejero del Banco de Bilbao, gobernador civil de Vizcaya (según grafía de la época), presidente de la Diputación Provincial de Vizcaya y Gran Cruz de Isabel la Católica. El condado ha sido heredado sucesivamente por sus descendientes hasta el día de hoy.
Leioa nace como Anteiglesia bizkaina independiente y con vida propia el 31 de octubre de 1526. Hasta entonces era una parte más de Erandio. Está próxima, por tanto, a cumplir 497 años de historia. Va camino de los quinientos años, cinco siglos. No es poco.
Sin embargo, durante los más de todos esos años Leioa ha sido un pequeño y humilde enclave rural de caserios dispersos con una vida económica y social que no resaltaba entre el mayor poderío que señoreaban otras anteiglesias y villas de nuestro entorno. Es a caballo entre finales del siglo XIX y principios del XX cuando, al calor de la industrialización y los procesos que fruto de la misma se desarrollan y, sobre todo, desde finales de esa misma centuria cuando el municipio conoce un crecimiento constante que le ha llevado a ocupar el séptimo puesto entre las localidades mas habitadas de Bizkaia y la undécima de la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE). Un crecimiento que fue de aluvión, desestructurado y caótico durante los años del desarrollismo franquista (finales de los años 50 y los 60 y 70) y que gracias a la actuación de las corporaciones democráticas en el ayuntamiento ha sido meditado, sostenido y ordenado desde los 80 a día de hoy.
Leioa se ha convertido, de hecho lleva ya años siéndolo, en uno de los lugares que destaca entre el top 10 de los municipios de la CAE preferidos por las personas y familias que desean iniciar un proyecto vital como lugar de residencia. Leioa gusta a ojos de personas que ya viven en ella y entre los que desean venir a ella a vivir.
Esta introducción viene a contextualizar la escasa abundancia de patrimonio histórico artístico monumental existente en Leioa. La historia no ha sido propicia con nuestro municipio en lo que a grandes edificios se refiere, sean iglesias, palacios o edificaciones de gran valor arquitectónico. Y sin embargo ello contrasta con la cantidad de construcciones de valor histórico que, en su escala, la localidad ha puesto en valor.
Decidida actuación publica
Y es que las instituciones, fundamentalmente el ayuntamiento pero también con ayuda de Diputación Foral de Bizkaia y Gobierno vasco, han rescatado de la ruina a la que el paso del tiempo había condenado, unas veces, así como de la desidia o imposibilidad de sufragar su mantenimiento por parte de quienes ostentaban su propiedad, otras, una pléyade de ejemplos que a día de hoy, y gracias a esa actuación institucional, son de titularidad y uso público. Hagamos memoria y confeccionemos una lista.
Los y las leioaztarras podemos disfrutar de Ondizdorrea, probablemente el edifico civil más antiguo del municipio. Un precioso ejemplo de la arquitectura más rica y ostentosa de la misma época en la que Leioa nace en la historia, no en vano la torre es del mismo siglo XVI. Concretamente de principios de ese siglo, así que se adelantó a la propia independencia leioaztarra. A tal respecto os dejo un enlace donde hablo de ella.
Otro ejemplo de magnifica arquitectura civil rural es Mendibile baserria, muy posiblemente de finales del siglo XVII. Un gran caserío, a camino de ser un palacete de inspiración incipientemente barroca, de sencilla factura pero, al tiempo, ampuloso con un doble arco que lo enmarca como una construcción que destacó solemnemente en su época.
De finales del siglo XVIII es el molino de Errekalde. Se sabe que en el mismo lugar existió molino desde mucho antes pero las anteriores construcciones o bien desaparecieron o fueron transformadas en el que sí ha llegado hasta nuestros días.
Aunque hay constancia de que ya en el siglo XVI pudo existir una construcción en la zona de Aketxe que con el tiempo llegó a denominarse Kortesena, actualmente Kortesenabarri reproduce el baserri tal cual llegó al siglo XIX. De la misma época es el lavadero de Txopoeta. Un ejemplo de construcción publica de uso comunitario para un tiempo en el que el agua corriente no llegaba a la generalidad de las casas.
La preciosa Kulturgunea de San Bartolomé en el barrio de Basaiz se asienta en lo que fueron las antiguas escuelas de barriada de principio de siglo XX. Esta escuelas primarias fueron fruto de una apuesta por parte de la primera Diputación gobernada por los nacionalistas vascos y presidida por Ramón de la Sota y Aburto para extender la educación básica a todos y cada uno de los rincones de Bizkaia. Interrumpida su construcción cuando la derecha monárquica retomó el poder, conocieron un nuevo impulso en tiempos de la Segunda República.
También de principios de siglo XX es el Palacio de Artatza , magnifica construcción que lleva a su máximo esplendor el modo de vida de la alta burguesía, incluso devenida en nueva aristocracia, y su gusto por todo lo inglés. Y lo es igualmente (resulta obvio) el edificio que sirvió de casa de servicio en la zona trasera de la heredad, situado a pie de la actual rotonda de Gaztelubide.
Inversiones con buena cabeza
Este elenco de inmuebles de valor histórico comparten varias características. Por un lado, ha sido la acción pública de estos últimos 40 años (impulsada por los gobiernos de las instituciones) la que ha logrado hacerse con la titularidad de los edificios. Las más de las veces lo ha hecho sirviéndose del desarrollo urbano, mediante los instrumentos reparcelatorios al uso, y en ocasiones, incluso, anticipando mediante acuerdos de cesión con sus propietarios privados el fin último que la normativa urbanística preveía para los mismos. Y lo ha hecho sin que al ayuntamiento le haya costado un solo euro de dinero público porque, finalmente, se ha hecho con su propiedad merced a los derechos edificatorios reconocidos a sus iniciales propietarios en los desarrollos urbanos previstos en la zona. Es un ejemplo mas de un buen urbanismo al servicio del municipio y sus habitantes.
Por otro lado, en todos los casos mencionados, a excepción del Palacio Artatza (propiedad del Gobierno vasco) ha sido el ayuntamiento, bien a solas o bien con ayuda de otras instituciones, quien ha rehabilitado los edificios invirtiendo en ellos unas sumas que totalizadas alcanzan unos cuantos millones de euros. Y es que, si bien el ayuntamiento no ha gastado dinero para la adquisición de los inmuebles, si lo ha hecho para su rehabilitación. Presupuesto publico al servicio de una buena gestión.
Y finalmente, el ayuntamiento ha procurado, una vez se ha asegurado la propiedad y la recuperación de los inmuebles, darles un uso y disfrute público al servicio de la ciudadania. En los casos referidos abundan la cesión de su gestión, en todo en parte, al tejido asociativo o a organismos de probada utilidad social, así como a entidades habituadas a la colaboración público privada, o bien simplemente son usados preferentemente por tales organizaciones: el Consejo de la Infancia, Leioako Kastoreak, Auzotarrok, Sociedad de Ciencias Aranzadi, Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Txakoli de Bizkaia, etc. Colaboración bien entendida para beneficio mutuo.
No todo pudo ser
Es evidente que la acción municipal no ha podido salvar de su desaparición todos los edificios que pudieron tener un interés de su preservación. No todo ha sido posible porque no siempre se ha llegado a tiempo y porque el dinero no es infinito. Por el camino se han quedado, y sin animo de ser exhaustivos (solo reflejo mi particular visión y pesar), las antiguas escuelas de Elexalde (las que se situaban junto al ayuntamiento) y el baserri Etxeandi en Aketxe, hoy ya desaparecidos. Pero, ello no es óbice para ser justos y poner en valor la excelente labor que las instituciones han hecho en recuperar y preservar los edificios que, dentro de su humildad, pueden catalogarse los mas representativos y valiosos en la historia de Leioa. Tarea que, a buen seguro, tendrá continuidad no en vano el ayuntamiento también se ha hecho con la propiedad de los baserris Leioagoitia ( uno de los mas antiguos del pueblo y el único que conserva su nombre) y Artatzabekoa en el parque de Pinosolo.
PD: huelga decir que Leioa tiene, además, otros edificios de reconocida valía histórica artística que no son de propiedad municipal. En esta categoría entran los religiosos como la parroquia San Juan Bautista, (cuya parte más antigua data del siglo XVI), la mucho más moderna de san Maximo de Lamiako, las ermitas medievales (con sus reformas posteriores) de Ondiz y San Bartolomé (si bien algunas veces han sido parcialmente restauradas con apoyo municipal) o edificios de propiedad particular como el baserri de Altzaga (recientemente restaurado parcialmente) y el neoclásico palacio de Atxutegiena a punto de devenir en ruina.
Como apuntaba en una entrada anterior, Euskal Etxeen Plaza se sitúa a pie de la calle del Doctor Luis Bilbao Libano. Pero, ¿quién fue esta persona a la que Leioa le dedica una calle y por qué lo hace?
Luis Bilbao Libano fue leioaztarra; del barrio de Lamiako, más concretamente. Nació el 29 de noviembre de 1902. Hijo de Valentina Líbano Real de Azua y Vicente Bilbao Icaza, tuvo cuatro hermanos y otras tantas hermanas. Casado con María Dolores Corta Uribarren, tuvieron seis descendientes. A título de curiosidad, uno de los hermanos de Luis Bilbao Libano fue Sabino, afamado jugador del Athletic de los años veinte y, como él, lamiakoztarra de pura cepa.
Estudió primaria en el mismo Leioa y secundaria en Bilbao. Marchó a Madrid a estudiar Medicina y Cirugía, licenciándose en 1927. En 1929 obtuvo el doctorado. Hasta 1936 ejerció como médico cirujano en el Hospital Civil de Bilbao, si bien realizó también diversas especializaciones en París y Estrasburgo.
Una vida de película
Iniciada la Guerra civil, tomó compromiso por la legalidad y con la causa vasca. Formó parte de la Comisión Organizadora de la Universidad Vasca; fue secretario de la Facultad de Medicina de la propia Universidad y Profesor de Fisiología de la misma; fue nombrado, por el Lehendakari Agirre, Inspector General de Sanidad de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Euzkadi y, como tal, fue autor del proyecto del Departamento de Sanidad y de la Organización Sanitaria de Euzkadi.
Perdida la guerra, cruzó la muga y fue nombrado por el Gobierno de Euzkadi director de la Asistencia Sanitaria de la población vasca evacuada y refugiada en el Estado francés. Debía censar a la mayor parte de la población evacuada, ubicarlos, crear refugios, albergues, crear servicios sanitarios. En Bidart, Iparralde, creó el Hospital «Laroseraie» (antiguo hotel de lujo) para 400 heridos evacuados de Santoña, después para evacuados de Aragón y más tarde para los evacuados de Cataluña. Este hospital después fue mixto: 200 camas para heridos de guerra y 200 para enfermos civiles. Todo este trabajo se pudo realizar gracias a los sindicatos médicos franceses de Burdeos, París y Bayona, de quienes obtuvo la autorización de que los médicos vascos refugiados en suelo bajo dominio francés podían atender Ad Honorem a toda la población refugiada. Toda esta labor fue extendida a los evacuados de Cataluña, una vez finalizada la guerra, y se alargó hasta 1940, cuando Francia cayó en poder de los nazis. Durante esos años prestó asistencia en la frontera y los campos de concentración, según se iban instalando, creando servicio médico en cada campo, con médicos evacuados que quisieran colaborar con las autoridades de la Sanidad Militar francesa.
En 1941, en plena dominación por parte del Ejército alemán de Francia, logró escapar junto con su familia con destino a África. Allí pudo trabajar como colaborador en el Instituto Pasteur de Dakar y como asistente en el Instituto Pasteur de Casablanca. Ese mismo año salió de Casablanca hacia América, arribando el 10 de diciembre de 1941 al Puerto de la Guaira (Venezuela) tras once meses deambulando por el Atlántico.
En 1942 fue nombrado por la Dirección de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), primero, fiscal viajero de laboratorios de las Unidades Sanitarias y, después, técnico viajero de laboratorios dependiendo de la División de Unidades Sanitarias. En 1946 obtuvo su título de médico venezolano mediante reválida en la Universidad de Los Andes. Entre los años 1946 y 1975 fue médico adjunto y supervisor de laboratorios de la División de Laboratorios, con diferentes menciones incluyendo la de médico jefe de Salud Pública. Se jubiló en el año 1975 habiendo cumplido con el país que lo albergó, con una labor sanitaria ininterrumpida de treinta y tres años de servicio a favor de la población venezolana.
Luis Bilbao Libano realizó numerosas publicaciones sobre tuberculosis, paludismo, sífilis, hemotransfusión, azotemia y nemodistrofias, entre otras enfermedades. Recibió merecidas condecoraciones, entre otras, Profesor Honorario de la Universidad de Bilbao; Homenaje de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Euzkadi, por haber estructurado la sanidad en Euzkadi el año de 1937 y Condecoración al Mérito al Trabajo en 1rª Clase. También recibió importantes reconocimientos como la inauguración del laboratorio clínico Dr. Luis Bilbao Líbano en el Parque Social Manuel Aguirre, Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas. Finalmente, cabe destacar que Luis Bilbao fue Miembro de la Academia de Medicina de Bilbao (1928), Delegado del Gobierno Vasco en Venezuela (1948), Presidente del Centro Vasco de Venezuela (1953) y Miembro Fundador de la Sociedad Venezolana de Microbiología (1953).
Falleció en Venezuela en 1985, tras una fructífera y plena vida.
Y, para finalizar, otra curiosidad
En una época como la actual, en la que nos hemos acostumbrado a términos como vacunas y antígenos, resulta muy curioso saber que el Doctor Bilbao Libano trabajo con el Departamento de Química del Instituto Nacional de Higiene (INH), en la elaboración y normalización del antígeno de Kahn para el diagnóstico de la sífilis. Igualmente, colaboró con la División de Epidemiología como comisionado especial en un brote epidémico de difteria en Capatárida, estado Falcón. Participó, también, en la elaboración y normalización del antígeno de Farley para la reacción del mismo nombre. Fue nombrado comisionado especial del MSAS, como médico en las inundaciones de Guasdualito (Estado Apure). Como la población era algo recelosa a la vacunación, solicitó del MSAS una lata de leche en polvo por cada dosis de vacuna. La población acudió masivamente a la vacunación programada.
Gran parte de la información de esta entrada esta tomada de un escrito, a modo de biografía, de Ane Miren Bilbao.
Veo que en una página de Facebook que aglutina a gente de Leioa, Leioaztarrak, se han hecho eco de la reproducción de un plano que se publicó en el libro «Leioa a través de la Historia» escrito por Ana López Asensio y editado por el Ayuntamiento de la localidad.
El plano recoge una recreación de lo que pudo ser el Leioa de los tiempos de su desanexión de Erandio y, por lo tanto, de su nacimiento como Anteiglesia de pleno derecho en la Bizkaia de los primeros años de la Edad Moderna. Nos lleva, por lo tanto al Leioa de 1526.
En el plano se puede apreciar que el territorio leioaztarra se dividía en dos grandes zonas , denominadas Baserri y Marinerri, en función de que estuvieran más tierra adentro o a pie de costa, bañadas por el estuario de una Ría que, entonces, no estaba encauzada y campaba por sus respetos. Todo ello, a buen seguro, supondría una cierta especialización de las gentes que entonces habitaban la zona, bien de cara a las labores agrícolas, en un caso, y más orientados a labores que tuvieran las aguas de la Ría como epicentro, en otro.
En la geografía leioaztarra de entonces, a caballo entre el fin de la Edad Media y los albores de la Edad Moderna, únicamente un puñado de caseríos y txabolas albergaban a la escasa población que habitaba la zona; unas cuantas docenas no más, unos pocos centenares de vecinos y vecinas a lo sumo.
Vestigios del siglo XVI
Hoy en día, en pleno siglo XXI, algunas de aquellas edificaciones, o mejor dicho sus herederas dado que las más habrán sido modificadas y/o reconstruidas, mantienen su nombre y esencia. Y casi seguro, si queremos encontrar restos originarios del siglo XVI, nos costará poder hacerlo. Me atrevo a decir que, salvo alguna excepción, las construcciones más antiguas aún en pie que conservan vestigios directos y apreciables a la vista de quien quiera verlas, se encuentran, en lo que a edificios religiosos hace referencia, en la parte más antigua de la Iglesia de San Juan Bautista (puertas de acceso, base De la Torre y arcos interiores), así como en las ermitas (sobre todo Ondiz y San Bartolomé) y, en lo que a edificios civiles se refiere, en el arco del portón del baserri Altzaga en el barrio de Basaiz y en Ondiz dorrea.
Hoy quiero hacer referencia a esta última: la torre de Ondiz. Durante años, esta edificación formó parte del elenco de casas torre que, según los autores especializados, jalonaron el territorio de Bizkaia. Las casas torre eran las edificaciones más soberbias de la época. Pertenecían a los Parientes Mayores y a sus familias allegadas, la nobleza del territorio que, a lo largo de toda la Edad Media, protagonizó la guerra de banderizos y asoló el Territorio. Tenían una doble función: eran, por un lado, edificios de corte defensivo y, por otro, hogar y morada de sus Jauntxos. En el caso de la de Ondiz, los autores creían que se correspondía con una casa torre menor, perteneciente a una familia segundona y tributaria de alguna de las más poderosas de la zona y con una función de vigía hacia la Ría.
Y, sin embargo, hoy sabemos que no fue así. Cuando el Ayuntamiento de Leioa se hizo con el dominio del edificio y se propuso rehabilitarlo, quiso hacerlo buscando la mayor correspondencia del mismo con respecto a lo que pudo ser su imagen original. La torre, fruto de cientos de años de diversos usos y alteraciones, presentaba una imagen totalmente distorsionada. Había sido desfigurada y envuelta con multitud de ampliaciones exteriores y tantos pegotes a modo de feas verrugas que no permitían hacerse una idea cabal de cómo había sido a principios del siglo XVI. Y para poder afinar el trabajo, se encargó a un experto su estudio y propuesta de reconstrucción. Creo que fue González Cembellín, historiador y erudito en materia de edificaciones antiguas. Sí, el mismo que protagonizaba el programa de «Todos los apellidos vascos» que emitió ETB y se encargaba de buscar la genealogía y antepasados de las personas invitadas al mismo.
Una vez eliminados todos los apósitos extraños añadidos a la Torre, el experto pudo analizar el edificio original y dar su opinión. Y concluyó que no es una casa torre. Ni el tamaño de su planta , ni el grosor de los muros, ni la altura del edificio se corresponde con una edificación de corte defensivo. Era un edificio residencial de alto copete. O sea, un chalet de la época, como lo describió muy gráficamente.
Casa de una familia adinerada
El edificio se dató entre 1515 y 1520. Fue la casa de una familia adinerada, posiblemente la más rica del Leioa de entonces. Pero, ¿por qué tenía, entonces, esa apariencia de casa torre si realmente no lo era? Pues por una sencilla explicación. Por aquel entonces, las casas torre existentes en el Señorío de Bizkaia habían perdido ya su condición de casas fuertes. Los Reyes Isabel y Fernando, titular ella de la Corona de Castilla y del Señorío, cansados de tanta guerra banderiza y atendiendo a las peticiones de villas y población en general, habían ordenado desmochar (derruir las partes altas) de las torres y despojarlas de cualquier elemento defensivo al objeto de pacificar el Territorio. Así, las casas torre perdieron altura, almenas y merlones, fueron desapareciendo las entradas en alto o patines y los matacanes, entre otros elementos. Pero, sin embargo, las construcciones siguieron siendo durante años, y antes de su progresiva evolución a los primeros palacetes renacentistas (por ejemplo la casa torre de Muntsaratz en Durangaldea), el tipo de casa residencial por excelencia. Siguieron siendo el paradigma de las casa de una familia rica y poderosa.
Y es entonces cuando esta familia de Leioa, venida a más y con dinero, tiene la oportunidad de construir su nueva casa. Y lo hace siguiendo y copiando el patrón de casona de la época. O sea, que copia la estética aunque no la dote de ningún elemento defensivo que ya ha perdido toda necesidad. La construye en buena posición dominante, en un alto, bien visible desde la Ría, y a pie de uno de los pocos caminos que transitaban por Leioa. Y utiliza buenos materiales, sillares en las esquinas, los cuales fueron reutilizados en la reconstrucción que el ayuntamiento llevó al efecto.
La reconstrucción realizada siguió las pautas recomendadas por el experto. La casa es ahora como parece que pudo ser entonces. Únicamente tiene un añadido, el cuerpo edificatorio anexo y forrado en madera que alberga el nudo de comunicaciones (escalera y ascensor) que la accesibilidad de hoy exige un edificio que, si en el siglo XVI fue privado, es ahora de titularidad y uso público. La planta del edificio no permitía resolver estas necesidades en el interior de la casona sin comprometer drásticamente su uso por la ciudadanía. Y, a modo de perfecto colofón, se situó junto al edificio una preciosa escultura de Jesús Lizaso, artista vasco de renombre internacional.
Lo dicho, Ondiz dorrea, un chalet de la época entonces, un edificio señero de la memoria del Leioa de hoy.
Estado de Ondizdorrea cuando el ayuntamiento se hizo con ella fruto del desarrollo urbano de la zona y antes de su restauración por las autoridades municipales